Desde el principio teníamos claro que SALINE debía volar… tener una identidad propia. Para eso contábamos con nuestro soñador D. P., quien tenía el convencimiento de que había que insuflarle vida, dotar a SALINE de un verdadero espíritu.
Era vital lograr transmitir al mundo todas las sensaciones que cada uno de nosotros percibíamos. Había que contar la historia de quien rompe con los estereotipos sociales, alguien capaz de ser irreverente pero respetar, ser pícaro y educado, travieso pero no molesto… Alguien cuyo punto de locura no es sino la manifestación de una inteligencia especial.
Una persona que se cuida, que busca lo natural, pero que no se preocupa de estereotipos y modas pasajeras, que piensa de una manera diferente y es capaz de adaptarse al mundo en el que vive pero a su manera, convirtiendo cada instante en un momento único.
En definitiva, personas normales pero poco comunes, individuos únicos que destacarán siempre, sin estridencias, pero auténticos, como SALINE.